Con la fricción de cepillos abrasivos sobre la superficie de la piedra, conseguimos un acabado completamente liso, muy suave al tacto y mate. De esta forma se deja ver el grano pero sin llegar a generar el reflejo del pulido.
Este tipo de acabado ofrece muchas posibilidades tanto en interiores como exteriores. Puede emplearse en suelos, en revestimientos de paredes y admite su uso en fachadas.